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Testimonios Pacientes

Foto del escritor: Alejandra Jimenez PoltiAlejandra Jimenez Polti

Actualizado: 21 jun 2023



He trabajado conmigo y con Alejandra desde hace años. La conocí a mis 16 y volvimos a conectar cuando tenía 24. En mi experiencia la terapia ha sido un espacio seguro para conversar sobre miedos, alegrías, inseguridades, seguridades, dolores y también motivaciones. A través de la conversación he aprendido sobre mí y he tomado acciones para definir quién y como quiero ser. La terapia me ayuda a ponerme límites a mi y a los demás, he logrado dejar de culparme a mi misma por sentirme ansiosa, entre otras cosas. He dejado de tener una mirada punitiva de mi misma, he logrado abrazar mis errores y celebrar mis aciertos. Por ello creo que quien quiera empezar este camino debe abrirse a sentir incomodidad, a la reflexión constante y a la certeza de que nuestras creencias pueden cambiar para sentir y pensar de formas más sanas con nosotros mismos. Alejandra es una gran guía y profesional que con escucha activa facilita el autoconocimiento y también a superar desafíos cotidianos. Cada proceso es único, en mi caso, he avanzado en cuestiones que pensé que no cambiarían, por lo que abrazo y recomiendo este espacio que me permite crecer sin recriminaciones y aprender de mí y de los demás
(Isaura,28)



Para entrar en contexto, antes de trabajar con Alejandra, había probado otros 2 enfoques terapéuticos, entre estos el psicoanálisis. Si bien, estos enfoques me sirvieron muchísimo para indagar en mi historia, sentía que no me daban herramientas para enfrentar realmente el presente. Es así, como llegué a Alejandra hace aproximadamente 2 años; migrando desde el psicoanálisis al enfoque humanista transpersonal.

Dentro de las cosas que destaco de mi proceso terapéutico con Alejandra, es que pude encontrar un espacio seguro donde pude expresar; no sólo la problemática que me llevó a pedir apoyo terapéutico; sino que, también las creencias e inquietudes espirituales que acompañaban mi proceso, siendo escuchadas y consideradas sin dejar de lado el enfoque clínico.

Adicional, la terapia me guió a encontrar herramientas para enfrentar las dificultades con una actitud optimista. Entendiendo y dando espacio al dolor y sufrimiento, sin rendirse a este.

Para mí, la terapia fue el acompañamiento necesario para posicionarme e iniciar mi vida adulta de una forma empoderada y con un mejor equilibrio emocional.

Para finalizar, solo mencionar que pude encontrar en Alejandra una guía con recomendaciones muy certeras. Quién me acompañó y guió en cambios significativos en mi vida hacia la adultez.

Desde lo personal, pude sentir en todo momento el apoyo incondicional de Alejandra, incluso hoy, cuando estoy al otro lado del mundo poniendo a prueba todo el set de herramientas que confeccionamos para iniciar un nuevo desafío personal; el de creer en mí. (Camila, 27 años)


Llegué a terapia con Alejandra cuando estaba deprimida, no tenía trabajo y estaba en una relación de pareja, donde dependía absolutamente de él. Poco a poco me fui aliviando de todo el dolor que traía, ella me escuchaba y a la vez me daba otras miradas que me ayudaron a salir de la depresión. Pude conseguir un buen trabajo gracias al refuerzo de mis habilidades que aprendí a ver en la terapia, y al poco tiempo pude separarme de una relación que sólo me hacía sentir insatisfecha e insegura todo el tiempo. (Isabel, 35 años)



Alejandra es una psicóloga muy completa, ya que tiene diferentes herramientas para ayudarte, desde que te enseña a conocer quién eres, reconocer tus fortalezas y capacidades, y también los puntos débiles que debes mirar para mejorar, como ser humano. hasta te recomienda un té de hierbas o zeolita para desintoxicar tu cuerpo. A mi me ayudó mucho a vivir mi orientación sexual con naturalidad, amor y respeto por el Ser que soy. (Samuel, 46 años)



Agradezco la terapia con Ale… yo estaba en una crisis que me llevó a la depresión y a querer dejar la carrera de Diseño en 2º año. Ella me ayudó a sostener el semestre y lograr aprobar todos los ramos, lo que me sirvió para darme cuenta que el querer dejar la universidad era una reacción, ya que la carrera me gustaba. Mi crisis tenía que ver con el amor, y la pude resolver y seguir mis estudios. Me fue muy bien en la escuela y me recibí con muy buenas notas. Hoy soy una profesional. La terapia me ayudó a no abandonar el semestre y reafirmar mi vocación. (Fernanda, 26 años)



La terapia me ayudó a poder mejorar la relación con mi marido, ya que teníamos una hija de 7 años y yo veía que él era muy duro con ella y la niña lloraba de miedo, pero no me atrevía a decirle nada porque se enoja mucho y se ponía violento. Logramos ir a terapia los dos, y también con nuestra hija. El pudo ver que lo que le pasaba tenía que ver con su historia familiar y que necesitaba entrar en un proceso de sanar la historia de violencia con su padre. Nos sirvió mucho como familia la terapia. Mi hija siempre se acuerda de Alejandra, porque era muy cariñosa y la ayudó a expresar sus sentimientos sin temor. (Carla, 48 años)


Yo era muy tímido,, muy sensible y tuve que aprender a llevar un equipo de trabajo donde todos eran muy competitivos y querían quedar bien con las jefaturas, incluso a costa de perjudicar a los compañeros. Cuando me ascendieron tuve que aprender a liderar un equipo y lidiar con otras jefaturas qué también estaban en la misma actitud de competencia o vanidad. Aprendí a que las agresiones no me lastimaran, a poner límites y cuidarme sin angustiarme o insegurisarme. Entendí a través de la terapia que mi estilo era un buen estilo de Liderazgo y lo pude ver en que mis colaboradores me tenían mucho afecto, así como mi jefa, que cuando me designaron, yo veía que tenía dudas sobre mi y la entiendo, porque yo proyectaba mi inseguridad tratando de tapar mi sensibilidad, como si fuera un defecto. La terapia me hizo ver que mi sensibilidad es una de mis mejores cualidades y no un defecto. Gracias Alejandra! (Daniel, 38 años)


Recuerdo la terapia con la Ale, fue en 2012 y me río aún. Había terminado con mi pololo y estaba deprimida, tenía 18 años y quería botar el semestre en la universidad. Recuerdo que la Ale me dijo: “Qué te parece si le echas ganas (hablaba como mexicana) para sacar el semestre y después te echas a llorar todo Enero y todo Febrero por este pendejo?” Cada vez que lo recuerdo me da mucha risa. En ese momento me dio una cachetada energética y desperté. Aprendí que mi proyecto de estudiar no tenía por qué quedar detenido por un dolor afectivo, que tenía que aprender a poner cada dimensión de la vida en su lugar, a saber llevar y vivir las emociones sanamente y que no me paralizaran en otros aspectos. Que podía expresar mis emociones y que eso estaba bien, y que de esta manera podía seguir navegando en el viaje de la vida. (Catalina, 29 años)

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